Llevado por el auge económico, el gobierno de la ciudad de Ordos ha decidido crear un clon a 25 kilómetros de su ubicación actual, en pleno desierto de Gobi. Ya en el 2001 había tomado otra decisión radical: cambiar el nombre tradicinal de la ciudad, con el que había crecido desde el siglo XVII hasta llegar a los casi 2 millones de habitantes actuales. Ih Ju pasó a llamarse Ordos y a concentrar la atención de toda China por su explosivo crecimiento y su alto nivel de vida (con un ingreso anual por habitante superior al de Beijing).
El modernísimo Museo de Ordos se encuentra ubicado en pleno centro de la nueva Ordos. Mejor dicho, en el corazón dormido de una ciudad que aún no existe, aunque se abren avenidas y se construye una enorme plaza central alrededor de las líneas ondulantes de este museo diseñado para ser icónico, aunque no tenga colección para sus salas.
La bonanza económica y los gustos de las nuevas clases adineradas de la ciudad llevaron a planear de cero una nueva ciudad, moderna, lujosa y que incluya grandes edificios icónicos de arquitectura singular. Así nació el flamante Museo Ordos.
El plano de la nueva Ordos muestra una plaza central que irradia amplias avenidas hacia centros comerciales, edificios de oficinas y torres de apartamentos de lujo. Una ciudad planeada para los nuevos ricos que aún no tiene residentes. Inspirado en las ideas de Buckminster Fuller, hay otro proyecto de gran envergadura para construir una ciudad “a medida” y protegida del medio ambiente, en Siberia.
En el caso del museo de Ordos, ese aislamiento del entorno fue la idea que inspiró a los arquitectos Ma Yansong, Dang Qun y Yosuke Hayano para crear un contenedor bello e irregular que contrasta con el plan maestro de una ciudad cuadriculada sobre el desierto. El museo de Ordos tiene una impresionante cubierta hecha de planchas de acero pulido que reflejan redondeando las líneas rectas del entorno.
Un flamante museo, con una bella arquitectura que no tiene aún objeto, ni razón, ni público.
Fuente: diariodelviajero.com
